No me apetece hacer una crónica al uso, así que ahí van mis desordenadas reflexiones, en plan "brainstorming", sobre el debut de Greta Van Fleet en la Ciudad Condal:
1. La chilaba y las babuchas se han quedado en el armario de casa. Josh Kiszka por fin empieza a vestir a la altura de las circunstancias. El mono de la escuela Jagger/Tyler lucía de puta madre. Sus hermanos también llevaron modelitos interesantes de chaqueta abierta mostrando la pechera descubierta, como marcan los cánones.
2. Un amigo reclamaba un chute urgente de jaco para toda la banda, a ver si así la cosa ganaba en suciedad y peligro. Cierto, Greta Van Fleet todavía destilan cierta bisoñez a lo Club Disney, pero todo a su tiempo; tienen 50 años de carrera por delante para ir ganando cicatrices físicas y emocionales. Claro que este amigo venía de ver recientemente a Rival Sons y las comparaciones, además de odiosas, son injustas.
3. Un solo de batería para finalizar el concierto. Bueno, seguido de un "YEAHHHHH" de 30 segundos. Lo nunca visto.
4. El público tenía más canas que acné. Uno de los alicientes del show era comprobar si ese sold out de 4.000 y pico personas era debido a una púber nueva generación ávida de RN'R. Pues no, la media de edad no era tan escandalosamente senil como en un show de Rocksound, pero poquitos menores de 35 años vi.
5. La voz de Josh. Alucinante. Alcanzando, sosteniendo y superando los registros que escuchamos en sus discos sin despeinarse. La lógica dice que acabará pagando la factura, pero momento no hay señales de afonía o rasp a la vista. A la guitarra de Jake, para mi gusto, le faltó algo de chicha.
6. Prueba del algodón superada. Han pasado la pantalla de los clubs con éxito y se les ve a gusto en las arenas. Han adquirido tablas para llenar un escenario enorme como el del Sant Jordi Club y llevar a buen puerto el show con mucha suficiencia. Y sin FX ni pantallas de 1 millón de pulgadas.
7. "Age of Men". La canción de la noche. Todo el repertorio sonó de notable alto, pero "Age of Men", con esa intro donde Sam transmutó en Keith Emerson, fue canela fina.
8. No pido que les posea el espíritu del punk, no hace falta que sus conciertos adquieran un ritmo ramoniano, pero si en vez de 13 temas alargados en exceso tocaran 17 un poco más pim-pam-pum, el público saldría ganando. Por ejemplo, alargar el minutaje de algo tan urgente como "Highway Tune" no tiene sentido.
9. "The Weight". Esta no me la esperaba. No la habían tocado en toda la gira y fue un bonito regalo. Para interpretar el legendario tema de The Band les acompañó Yola, cuyos discos de country-soul son una delicia (no llegué a tiempo a su show).
10. Cada vez caigo más fácilmente en fuera de juego, especialmente si la visibilidad no es buena. Ya sea en sala pequeña abarrotada o en un pabellón con el escenario a mil kilómetros de mí, estoy hasta los huevos de ver más cabezas que escenario.