martes, 5 de agosto de 2014

Vintage Trouble - Barcelona 28 de Julio de 2014 - Sala Bikini

Noche de chubascos en el exterior y tormenta de black power en el interior de Bikini. Vintage Trouble, una de las bandas punteras del denominado neo-soul -género que eclosionó a nivel de popularidad con la malograda Amy Winehouse, pero que cuenta con nombres tan válidos como Sharon Jones, Lee Fields, Charles Bradley, Black Joe Lewis, Bettye LaVette, Eli Paperboy Reed o los protagonistas de esta crónica-, por fin se presentaban en la Ciudad Condal. Y no en un cuchitril cualquiera. Una sala con con un aforo más que respetable y que cuenta con el mejor sonido de la ciudad. Pero ya se sabe, la música negra de aires vintage vuelve a triunfar entre los blanquitos. La sweet soul music está etiquetada como "cool" entre los creadores de tendencias, así que sus intérpretes -con unas curiosas audiencias mezcla de rockeros, pijos, hipsters y vecinos del quinto al que nunca hubieses imaginado en un show- llenan aforos como el Bikini. Nada que objetar! De hecho, salvo el tío que pidió un vaso de leche en la barra y el otro que llevaba una camisa digna de Vanilla Ice y unas gafas de azafata del "1,2,3", el público que vi fue menos apestoso y gafapasta de lo esperado.

El recital fue una delicia y me lo pasé muy bien. Todo el mundo se lo pasó muy bien y fue extremadamente feliz durante 1 hora y 45 minutos. Esa es la mejor definición y, al mismo tiempo, el mejor piropo que se le puede dedicar a la actuación de Vintage Trouble. Creedme, llevo unos cuantos conciertos a las espaldas -seguro que vosotros también- y, afortunadamente, he salido contento de la mayoría. Grandes músicos, sonidos apabullantes y actitudes intachables. Aprobación, satisfacción e incluso euforia -normalmente traducida en dolor de cervicales los 3 días posteriores-. Sin embargo, amigos, la felicidad no la suelo alcanzar así como así en un concierto. Y con su buen hacer, ese crack de ébano llamado Ty Taylor y sus secuaces lo lograron. 

Los referentes de Taylor, como ocurre con el 95% de cantantes de color, se remontan a la era dorada de la música negra, esos añorados 60's y 70's. Este tipo lo lleva en la sangre, innegable, pero también ha hecho los deberes y ha visto los videos. En los números más fiesteros y balongos como puedan ser "Blues Hand Me Down", "Nancy Lee" o "Jezzebella" o "Pelvis Pusher" saltan a la palestra los sudores e histrionismos de James Brown: Taylor se retuerce lascivo alrededor del pie de micro, cae de rodillas al escenario, se juega la vida al realizar stage diving de espaldas y baja a la arena un par de veces a predicar. Por el contrario, en hermosas baladas como "Nobody Told Me", "Run Outta You" o la novedosa "Another's man", el espíritu del príncipe de voz sedosa, Sam Cooke, hace acto de presencia.


Ty Taylor es la estrella de la función, sin duda, pero el resto de troublemakers no conforman una banda del montón. El gran hecho diferencial respecto sus compañeros de género y generación -y uno de sus grandes atractivos para mis rockeros sentidos- es que Vintage Trouble prescinde de cualquier instrumento de viento y se presenta como una banda de rock n' roll en la que la guitarra del talentoso Nalle Colt es protagonista en su sonido y Viggo Mortensen le pega a los parches con la energía de Bonzo. En canciones como "Run River Run", con ese incendiario slide, aquello parecía un Zeppelin con Otis Redding al mando.
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