Parece mentira, pero a estas alturas algunos todavía se empeñan en considerar a
Steel Panther como una broma. De acuerdo, puedes no comulgar con su sentido del humor -algo extraño, pues estamos en el reino de
Pajares y
Esteso-, pero amigo, esta banda tiene cuatro estupendos trabajos de estudio que forzosamente disfrutarás si eres amante de la laca ochentera. Ahí se encuentran algunos de los mejores temas que ha parido el género.
Steel Panther no se ríen del glam metal,
Steel Panther homenajean a la era dorada del glam metal. Y de paso nos hacen reír un poco.
Afortunadamente, los amargados son pocos y los californianos son capaces de llenar hasta la bandera salas de considerable aforo como
Razzmatazz II. Para abrir boca tuvimos que soportar a
Fozzy, la banda del luchador de wrestling
Chris Jericho,
cuyo metal de tercera división, chusco y repetitivo, es un coñazo importante. Sí, mucho volumen y mucho sudor, pero poco talento. Ojalá su carrera deportiva le mantenga muy ocupado y no vuelva a pisar nuestros escenarios. Tras media horita de espera amenizada por una ristra de clásicos añejos de
Motley Crue, los protagonistas de la noche saltaron a escena al son enlatado de la inmortal "
Everybody Wants Some" de
Van Halen para empalmar acto seguido con dos trallazos como
"Eyes of a Panther" y
"Goin' in the Backdoor", donde los agudos de
Michael Starr y los trucos guitarreros de
Satchel campan a sus anchas. Incidiendo en
Starr y
Satchel, no estamos hablando de dos recién llegados que se acaban de subir al carro. Son tíos con bagaje. El primero, con sus súper bien llevados 52 años, es un veterano de guerra que llegó a grabar con
L.A. Guns; por su parte, el guitarrista, no mucho más joven, se pasó parte de los 90's cubriendo las espaldas a
Rob Halford en su proyecto
Fight. Es decir, aunque no hicieran excesiva fortuna, estuvieron allí.
Volviendo al show, tras
"You Really Got Me" -sí, otra vez
Van Halen ... no olvidemos que la génesis de
Steel Panther está en
Atomic Punks, tributo a la banda de los hermanos holandeses-,
Satchel empezó a empuñar el micrófono para dar rienda suelta a la faceta cómica del show: innumerables guarradas (bravo por esos "
ensenyam els pits"), elogios facsímil a
Barcelona y a su público, surreal nostalgia rememorando sus raíces catalanas (
"esas reuniones familiares donde la yaya nos cocinaba meta") y un buen puñado de chorradas más. Entiendo que esos speech lleguen a aburrir a los que vayan justitos de inglés, pero los que tenemos el oído minimamente entrenado nos los pasamos pipa. Sí, podrían tocar más canciones en detrimento del palique, pero ahí se perdería parte del encanto. Por cierto,
Steel Panther saben hacer buenas baladas, algo de lo que no pueden presumir muchas bandas "serias". Como ejemplo, esas "
Wasted Too Much Time", "
That's When You Came In" y "
Weenie Ride", prácticamente interpretadas de una tacada y que no provocaron bostezo alguno.
Precisamente el momento más picante de la velada acontecería durante la ejecución de "
Weenie Ride", cuando una despampanante rubia -que minutos antes, junto con su amiga morena, había sido las dos única valientes en "ensenyar els pits"- fue invitada a subir al escenario y ésta, en agradecimiento, le comió la boca durante un buen rato a
Satchel, magreo de culo incluido -ella a él-. Por el desparpajo de la señorita, su físico despampanante y la pulserita rosa que llevaba, en primera instancia uno se inclinaba a pensar que todo aquello estaba preparado, que la chica era parte del espectáculo. Sin embargo, minutos después observé como uno de los roadies iba repartiendo las mismas pulseritas a las más guapas durante la habitual invasión femenina de escenario que se produce con "
17 Girls in a Row" y "
Gloryhole", dos trallazos de cuidado. "
Death to All But Metal", su gran clásico, toda una declaración de odio a todo lo que no rockea, daba carpetazo a un set-list que sólo se prolongaría con el obligado bis, formado por la coreada "
Community Propierty" y la esa declaración de intenciones llamada "
Party All Day (Fuck All Night)".