Emociones fuertes en la tercera visita de Rival Sons a la Ciudad Condal, en su vuelta a una Bikini que, teniendo en cuenta el clamoroso sold out y lo apretujados que estuvimos, se les ha quedado muy pequeña. No soy quién para jugar con el pan de los promotores, pero es evidente que esta banda, incluso en BCN No-Rock City, necesita aforos mayores.
Pocas veces un concierto ha empezado tan mal y ha terminado con vuelta al ruedo, orejas y rabo. Debo llevar unos 25 años asistiendo a shows, los he visto de todos los colores, pero una situación tan insólita como la acaecida durante el segundo y tercer tema, nunca la había vivido. Y colegas que me sacan una década, tampoco. Tras saltar a las tablas con una colosal "End of Forever", a mitad de "Wild Animal" el equipo de sonido de la parte derecha de la sala empezó a petardear, desembocando en un "mute" de guitarra y voz. Es decir, Jay Buchanan y Scott Holiday se convirtieron en involuntarios mimos para un desesperado público que, a pesar de silbidos, señas y exabruptos varios, comprobaba que la banda no se enteraba del percance y seguía a lo suyo. Sólo se escuchaba bajo y batería. Los técnicos de sonido, que precisamente cobran para que estas cosas no pasen, parece que tampoco. Así, en el siguiente tema, uno de los highlights de su temario -la favorita de mi chica- como es "Pressure & Time", todo seguía igual y el acojone y la desmoralización eran generalizados ante un panorama de 90 minutos más de esperpento. Tras años de espera, un recital que esperaba con una ilusión enorme iba a desembocar en uno de los grandes fiascos vistos en esta ciudad. Afortunadamente, alguien tuvo la sensatez de parar a la banda cuando ya atacaba el cuarto tema y la mandó a los vestuarios mientras se miraba de solucionar el problema.
Tras unos 10 minutos de espera, Rival Sons volvían a escena y se obró el milagro. Como si tuvieran ganas de revancha, levantaron aquello de manera espectacular y nos obsequiaron con unos 70 minutos adicionales a la altura de lo que son, una de las mejores bandas del mundo. Algunos recriminaron la no repetición de los temas defectuosos, pero teniendo en cuenta que Bikini nos iba a echar a las 23.00 en puntísimo, retomar el set-list como si no hubiera pasado nada era una opción válida.
Tras una correcta "Burn Down Los Angeles" -que grande es ver como la calidad compositiva de los californianos progresa de tal manera que, aunque sean buenas canciones, parte del material pre-"Valkyrie" palidece ante lo que han ido grabando con posterioridad-, empezó el caviar con la dupla imbatible de "Look Away" y "Too Bad". A partir de ahí, excelencia hasta el final con un greatest hits particular que incluyó, entre otros, "Where I've Been", "Medicine Man" y "Open My Eyes" (es decir, mucho "Valkyrie") o "Feral Roots", "Shooting Stars" y "Do Your Worst" (también mucho "Feral Roots"; no en vano, las extraídas de su último álbum fueron las más coreadas por el respetable). Entre ellas, una primeriza y descomunal "Sleepwalker", donde Jay Buchanan -cuya voz lucía más aguardentosa de lo habitual, lo que un par de días después le llevaría a acortar un show en Suiza-, armónica en boca, transmutó un poquito más en el Jim Morrison de la etapa "L.A. Woman". Como conclusión, sin la pantomima del bis que nos hubiese robado unos segundos de oro, vuelta al pasado con dos clásicos como "Face Of Light" y "Keep On Swinging".
Como si se tratara de un guión hollywoodiense, Rival Sons nos hicieron primero mascar un poco de tragedia para finalmente guiarnos al potente orgasmo. Para bien y para mal, concierto para el recuerdo.
1 comentario:
Vaya experiencia en todos los sentidos Sammy!!!. Ver a Jay con ganas de compensar el problema técnico tuvo que ser antológico!
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